El mensaje del fotógrafo

Todas la fotografías comunican visualmente un mensaje que puede ser tan trivial como “fui a Londres y visité el Big Ben”, simple como “mira que combinación de colores tan agradable” o tan ambicioso como “el aislamiento social que producen las nuevas tecnologías”. Sea cual sea nuestro objetivo es muy recomendable traducirlo en palabras para entender que es lo que queremos transmitir. Así si decidimos hacer un retrato que transmita el mensaje “soy un tipo violento y peligroso” esto determinará el resto de las decisiones: utilizaremos un punto de vista bajo para otorgar al sujeto del mayor jerarquía; usaremos iluminación dura para transmitir dramatismo; buscaremos un fondo neutro que no distraiga o bien un muro de graffiti o barrotes que acentúe el mensaje; eliminaremos elementos que no aporten o que contradigan nuestro mensaje tales como la sonrisa o una camiseta de Snoopy. Y todo esto antes de llegar a coger la cámara.

Por ello cuando una escena o un sujeto nos llame la atención debemos detenernos y entender que nos impulsa a fotografiarlo y cual es el mensaje fotográfico que queremos transmitir de ese sujeto. Forjaremos en nuestra mente el resultado deseado y a partir de ahí el proceso restante se limita a seguir un guión puramente técnico, utilizando la focal, la luz, el encuadre y la exposición necesaria para recrear la imagen que ya tenemos en nuestra cabeza. Definirnos a nosotros mismos el mensaje de la imagen que queremos captar no es tarea fácil. Pero si no somos capaces de comunicarlo verbalmente a nosotros mismos difícilmente podremos comunicarlo visualmente a otros. Y si pensamos que una imagen no tiene ningún mensaje entonces ¿Por qué molestarnos en hacer esa fotografía?

Componer supone distribuir ordenadamente en el encuadre los elementos y las relaciones entre ellos de manera que contribuyan a transmitir nuestro mensaje fotográfico con la mayor fuerza posible. Por ello no es posible componer satisfactoriamente una imagen si no sabemos lo que queremos transmitir.

El centro de atención

La fotografía tiene en común con otras artes visuales como la pintura muchos elementos que componen la sintaxis del lenguaje. Sin embargo hay una en la que es definitivamente diferente. Cuando un pintor crea un cuadro, comienza con un lienzo vacío para ir añadiendo elementos al mismo. Cuando un fotógrafo decide un encuadre y un punto de vista, debe realizar la tarea contraria, de seleccionar lo que quiere mostrar y casi más importante: lo que no quiere mostrar. El hecho de contar una historia nos hace responsables de todos los elementos que aparecen en el encuadre, cómo interactúan entre ellos y con el borde del mismo.

Nuestra visión está preparada para buscar en cualquier escena algo que domina, un sujeto principal, a veces también llamado punto focal, que puede ser un elemento o varios elementos agrupados formando un conjunto. Sin embargo debemos educar nuestra manera de mirar cuando lo hacemos a través del visor para escrutar la dinámica de la escena.

Para centrar la atención del espectador en el mismo, podemos hacer que domine la escena por medio de muchas herramientas que ya hemos tratado

Cerrar el encuadre acercándonos o bien utilizando una distancia focal más larga.
Elegir el punto de vista en función del fondo que queda detrás del sujeto.
Elegir una profundidad de campo reducida, un foco selectivo para eliminar distracciones del fondo.
Reforzar la nitidez del sujeto principal. Nuestra visión se ve atraída por las zonas más nítidas de la imagen.
– Reforzar su presencia por medio de una iluminación adecuada.
– Disponer el resto de elementos de manera que refuercen al elemento principal.
Las líneas en la imagen que nos llevan al sujeto principal.
– Si hay personas en el encuadre, la atención se centra en ellas, especialmente en los ojos.

La manera mejor de hacer esto –siempre que sea posible- es estudiar con tiempo el sujeto de interés y trabajar el tema con diferentes puntos de vista, en el sentido literal de la perspectiva y también en cuanto al interés de los elementos de la escena y sus relaciones. En otro tema de esta parte final estudiaremos también los lugares dentro del encuadre que refuerzan también la dominancia del sujeto principal.

Una de las decisiones más importante tiene que ver con definir los límites de la escena a mostrar, lo que en los cursos tradicionales se llama llenar el encuadre. Es precisamente en los bordes en donde aparecen con más frecuencia distracciones. Una forma sencilla de hacer esto -no siempre es posible- es estudiar el encuadre antes de sacar un trípode, y usar este último para el ajuste fino.

Llenando el encuadre con el sujeto resaltamos el protagonismo de este y en ocasiones podemos llegar incluso a excluir del parte del mismo, como en un retrato en el que se corte la frente, sin que la imagen se resienta.

Los actores secundarios. Menos es más

La composición de una escena debe entenderse como una máquina que no debe tener piezas sobrantes o como una escena teatral en la que aparecen actores principales, secundarios y atrezzo. Pero hacer una composición sencilla muchas veces es más complicado que permitir de manera más o menos consciente que sea más compleja.

Una vez que hemos decidido el motivo que queremos fotografiar, una de las decisiones más importantes para guiar la mirada del espectador es decidir que incluimos en el espacio de encuadre, pero casi de manera más importante, que excluimos del mismo. Es muy importante ser consciente de que todas las áreas de la imagen son importantes, y todos los elementos que aparecen en un encuadre tienen una importancia, un peso visual, mayor o menor. Todo lo que no suma le puede restar fuerza a la composición y a la historia que cuenta. Nada tiene un valor neutro y es una distracción potencial.

La genérica y muy repetida regla de ‘menos es más’ se refiere exactamente a esto, a concentrar la atención del espectador eliminando distracciones. Examinar cuidadosamente la escena buscando el número de elementos, el número de colores, y de otros elementos que pueden representar una distracción. Existen algunos elementos que tienen más poder de atracción que otros y deben ser estudiados concienzudamente.

– Elementos que ocupan una parte muy importante del encuadre.
– Elementos que aunque con menor porción del área de encuadre destacan sobre los otros porque son diferentes y rompen el ritmo.
– Elementos de colores dominantes como el rojo y el amarillo, o que llaman mucho la atención por su brillo.
– Elementos que entran por los bordes y esquinas de la imagen. En ocasiones los visores de las cámaras no facilitan esta tarea de vigilar los bordes.
– Elementos con gran peso psicológico en la escena

Seguiremos eliminando elementos hasta que la historia que queremos contar corra el riesgo de perder su mensaje. Es importante que ‘menos es más’ no se convierta en ‘menos es menos’. Determinados elementos adecuadamente dispuestos y sin competir con el sujeto principal reforzarán el mensaje de éste. En el LAB34 estudiaremos cómo se relacionan entre sí estos elementos principal y secundarios.

La elección del fondo

En el espacio de encuadre aparecerán en general elementos contra un fondo, y el color o la tonalidad de uno y otro condicionarán nuestra mirada. Un fondo con demasiada presencia en la escena también constituye una distracción importante. En algunas ocasiones querremos eliminar todas las distracciones de una fotografía con fondos uniformes y pocos colores y detalles que puedan distraer la atención. El espacio en el que no hay nada a resaltar, el espacio negativo, juega también un papel importante como actor en cuanto a sus formas, colores y nivel de iluminación.


Sin embargo en otras ocasiones querremos incluirlo de manera que el fondo de una imagen le de un determinado ambiente o sitúe a un personaje en una escena. Éstas últimas, en la que debe limitarse su peso visual para que no compita con el sujeto, y debe disponerse de manera que refuerce la historia del sujeto principal son las más complicadas. El extremo de esto podría ser un fondo con tantos elementos que transmita un mensaje de caos, dicidido así por el fotógrafo y la historia que quiere contar.

Tal y como hemos visto en LAB anteriores, el contenido del fondo lo determinará el punto de vista elegido y el objetivo empleado. Para modificar su presencia las principales herramientas de que disponemos son las diferencias de iluminación y nitidez entre los sucesivos planos.

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Texto: wiggin, Goldenblatt | Fotografías: Lobo, chavi, cigalotron, Russell Price, Antoniof, uwdiver, El Carles, daf, P. Candela, 6×7, Valiente (2)