Ya vimos en este foro como hacer fotos de aves usando un hide y algún reclamo como puede ser un comedero o un montón de carroñas. Pero hay mas técnicas para hacerlo… la técnica del acecho.

Por Jagoba Zenon

La técnica del acecho, consiste básicamente en acercarte al animal lo máximo posible y no que él se acerque a ti. Si dentro de un hide hace falta paciencia, con esta técnica hará falta….paciencia y media. No se dispone de la tranquilidad de saber que estas escondido y que el ave no te ve. Hay que hacerlo con cuidado y teniendo varias cosas en cuenta.

Primero, explicaré un poco el material que hace falta o que ayudará a sacar más partido de esta técnica. Aparte de la dosis de paciencia que ya he comentado, necesitaremos un tele medio y ligero. Un 300 F4 o similar sería la mejor opción, ya que nos permite libertad de movimientos y la posibilidad de disparar a mano.

El “beenbag” o saco de legumbres, es también una buena compañía en este tipo de acercamientos. Ya que el trípode no haría otra cosa que estorbarnos en nuestros movimientos. Así, el “beenbag”, nos servirá de apoyo estable cuando vayamos a disparar.

Siempre que podamos usaremos un árbol o una roca de apoyo en las paradas o nos acercaremos tumbados y arrastrándonos, desfigurar la forma típica del ser humano ayuda a las aves estar mas confiadas.

Ahora, pongámonos en la situación de haber elegido a nuestro objetivo; ya sea una Garceta rebuscando en la orilla de un río… o un Correlimos oscuro descansando en un bloque de piedra.
Como siempre, hay que empezar desde un principio, y el principio es la distancia de seguridad que el propio animal impone.

Con cámara en mano, y eliminando cualquier objeto o prenda que pueda hacer algún ruido extraño o brillos al reflejar el sol, empezamos a acercarnos lentamente al animal. Es importante no mirarlo directamente y no hacer que la lente del objetivo apunte al ave. En el momento que vemos que el ave se pone algo nervioso, es momento de parar y esperar pacientemente a que se tranquilice y vuelva a sus quehaceres cotidianos. Esto, puede lleva un buen rato, incluso horas dependiendo de la especie y el lugar.

En el momento en el que vemos que todo vuelve a la normalidad, volveremos al acercamiento. Es muy importante hacerlo muy muy despacio y nunca en línea recta al animal, siempre buscaremos hacer un ligero zigzag, y como ya he dicho antes, nunca miraremos al ave directamente a los ojos.

Y así, iremos acercándonos poco a poco. Y siempre que veamos que el ave se muestra nervioso, pararemos y dejaremos que se acostumbre a nuestra presencia. Esperando lo que haga falta. Cuanto mas cerca estemos, mas paradas tendremos que hacer, y mas largas serán.

Recomiendo ir haciendo alguna foto según nos acerquemos, porque es muy posible que al final rompamos el cántaro y el ave se marche dejando claro con su voz que hay un intruso, por lo que es fácil que no tengamos mas oportunidades esa mañana.

Hay especies que son mas confiadas que otras. Y las rarezas que llegan de lugares donde el ser humano no ejerce presión sobre ellas, son las que mas se dejan acercar. Un Mergulo marino, se mostrara confiado, ya que no esta acostumbrado a ver a muchos seres humanos y no nos considera un enemigo potencial.

Las aves que llegan de una larga migración, en un principio se mostraran muy desconfiadas, pero según pasen las semanas, se acostumbraran al movimiento del lugar y dejarán que nos acerquemos más.

Hay que decir también, que en este tipo de fotos, el bienestar del ave esta por delante de la foto final. Ejercer demasiada presión sobre un grupo de aves que han parado para alimentarse y descansar en su ruta migratoria, puede adelantar su marcha y poner en peligro la vida de algunos ejemplares.

Cada vez hay mas fotógrafos que fotografían aves, y cada ves es mayor la presión que sobre estas se ejerce. Si no tenemos cuidado y respeto, corremos el riesgo de perder este lujo.

Cuando vi que habían llegado los Correlimos oscuros a la zona donde siempre disfrutaba de ellos, me decidí a fotografiarlos. Tardé mas de hora y media en recorrer los escasos 30 metros que me separaban de ellos, pero una vez allí, se mostraron muy confiados. Pude hacer buenas fotos del grupo.

Las Chovas, sobre todo las piquigualdas, son bastante confiadas ya que se han acostumbrado a comer de los restos que dejan los montañeros. Se acercan bastante en busca de cachos de bocadillo, y con un poquito de paciencia es posible acercarse a ellos.

Esta Cigüeñuela apareció en una playa mientras hacia fotos de surf. La cantidad de gente que se movía por la orilla no me permitía acercarme todo lo despacio que debiera, por lo que me fue imposible arrimarme mas a él. Constantemente pasaba alguien que lo levantaba sin ni siquiera fijarse en su presencia.

Los Vuelvepiedras comparten zonas de descanso con los Correlimos oscuros, por lo que me animé a hacerles fotos otro día que me acerque a los correlimos. Son algo mas desconfiados… pero se dejan querer…