SAFARI.-

Las jornadas de safari se repartieron entre el Lago Manyara, la llanura interminable del Serengeti y para finalizar, en lo que algunos llaman la octava maravilla del mundo, el cráter del Ngorongoro. El clima en esta parte del mundo se rige por una estación de lluvias y otra seca. En esta época del año en la que nosotros fuimos se encuentran en plena estación seca, las enormes manadas de cebras y ñues que todos tenemos en nuestra cabeza como imagen típica del Serengeti se encuentran ahora en la zona keniata del parque, allí conocido como Masai Mara. Si bien puede resultar un pequeño contratiempo no ver esa peculiar imagen, en cambio es más fácil observar a los grandes predadores, por lo que todos los días de safari pudimos ver leones, guepardos y algún leopardo también. El recorrido por los parques naturales se hace en unos 4×4 que tienen la posibilidad de abrirse por el techo y en los que caben seis pasajeros. Existen unos carriles por los que están obligados a circular y no pueden salirse de ellos. Además está prohibido bajarse del coche salvo en lugares concretos (generalmente llanos y sin vegetación en las cercanías). Los caminos son de tierra y los conductores suelen ir bastante deprisa… sorprende la gran capacidad visual que tienen, ya que son capaces de ir conduciendo a toda velocidad por esas pistas de tierra y en menos de un segundo frenan el coche en seco y te señalan donde hay un animal a cientos de metros de distancia. En algunas ocasiones, lo que ellos localizaban a simple vista era difícil ver con los prismáticos.

En seis días no conseguimos ver predadores en acción salvo un grupo de leonas que acechaban a una manada de gacelas de Thomson; comentando con Laurence Frank, el experto de National Geographic que nos acompañaba, decía que lo que nosotros vimos a lo largo de esos seis días podía considerarse como notable… tras oir eso, uno se hace rápidamente la idea del trabajo que conlleva el filmar un documental o elaborar un reportaje sobre fauna salvaje, los medios de los que se ha de disponer y el conocimiento de la materia que hay que tener, todo un mundo.

Jirafas, búfalos, cebras y otros animales se suceden constantemente a lo largo del camino en pequeños grupos diseminados por la llanura, otro de los momentos destacables que vivimos fue cuando una manada de cerca de 200 elefantes estaba frente a donde nosotros nos encontrábamos y arrasaban todos los árboles que encontraban a su paso para comer.

Durante las etapas de safari también hicimos una visita a una aldea masai, allí nos recibieron con cánticos y danzas tradicionales y el jefe del poblado fue explicando cosas sobre el estilo de vida masai, sus ritos, costumbres y lo que piensan que el futuro les depara.