Capítulo 3 de 11

Cómo elegir el mejor objetivo para una composición concreta

Este artículo es el tercero de una serie de nueve ensayos centrados en los aspectos estéticos de la fotografía. El objetivo general de esta serie es ayudarle a crear fotografías que sean estéticamente agradables: fotografías bonitas.

Esta serie de ensayos están relacionados con mi Serie de Talleres 2003-2004. Estos nuevos talleres estarán enfocados a la tarea de aplicar en el terreno y a través de ejercicios, los conceptos, técnicas y métodos discutidos en mis ensayos. Juntos proporcionan un sólido cimiento sobre el cual construir y refinar sus habilidades fotográficas.

© 2003 Alain Briot www.beautiful-landscape.com


Parte 3: Cómo elegir el mejor objetivo para una composición concreta

1.- ¿Por qué es importante el tema de los objetivos?

Elegir el objetivo más adecuado para una fotografía concreta es una decisión de gran importancia. Antes hay que decidir cómo vamos a componer la escena, y antes de eso hay que ver la escena, o sea, en primer lugar, lo que queremos fotografiar. En resumen, que todos los pasos al fotografiar, desde ver la escena a componer el encuadre, están relacionados.

Al elegir el objetivo estamos centrándonos ya en cómo podemos fotografiar la escena que tenemos delante. Vamos a pasar de la visualización a la creación y, por primera vez, vamos a utilizar de verdad la cámara. ¡Casi hemos llegado al punto en que vamos a tomar una foto!

2.- Los objetivos son tan importantes como la propia cámara, y a veces más.

¿Hay cosa más sencilla que elegir el objetivo adecuado para cada ocasión? Si quieres fotografiar un paisaje amplio utilizas un gran angular. Si quieres fotografiar un detalle distante utilizas un teleobjetivo. Si quieres fotografiar algo intermedio utilizas un objetivo normal. ¿Qué más hay que decir? Asunto cerrado. Punto, final, se acabó.

Entonces, ¿qué más se puede comentar sobre la elección de objetivo aparte de lo que ya sabes? Pues, de entrada, y como entrada no está nada mal, el tipo de objetivo que utilices deberás elegirlo en función de cómo quieras plasmar la escena que tienes delante. En otras palabras, y me remito a mi primer artículo de esta serie, “Cómo ver fotográficamente”, deberás elegir el objetivo para que en primer lugar se adapte a tu punto de vista y, en segundo, sea adecuado para la composición que quieres crear.

En este artículo, tercera parte de mi serie “Estética y fotografía”, vamos a examinar en profundidad el tema de por qué aprender cómo elegir el objetivo más adecuado para una composición concreta es una de las decisiones más complicadas que tendrás que tomar si quieres conseguir imágenes de la máxima calidad.

3.- Los ojos humanos y los ojos de la cámara.

Nuestros ojos tienen una longitud focal fija, el equivalente a un objetivo normal (de 50 mm. en una cámara de 35mm o de 150mm en una cámara de 4×5). Las cámaras, a excepción de algunos modelos muy básicos, no tienen objetivos fijos, son intercambiables o tipo zoom. Los seres humanos vemos siempre la distancia angular, tenemos el mismo campo de visión. Podemos centrar la atención en un tramo más reducido de nuestro campo de visión, pero este sigue siendo el mismo. Cuando contemplamos el mundo a través de una cámara podemos alterar el campo de visión con sólo cambiar de objetivo. La amplitud de lo que ve la cámara depende de la longitud focal del objetivo que tenga puesto en ese momento.

Cuando miramos a través de una cámara equipada con un teleobjetivo lo que estamos haciendo en cierto modo es convertir en teleobjetivos nuestros ojos (igual que cuando miramos por unos prismáticos). Cuando miramos a través de una cámara equipada con un gran angular ampliamos nuestro campo de visión más allá de lo que vemos normalmente. El Visor Multifocal Linhof que describí en mi artículo sobre la composición es el paquete más compacto que conozco que me permite hacer todo esto.

Por tanto tenemos que una cámara y un juego de objetivos (gran angular, normal y teleobjetivo, o bien un zoom) nos permite expandir lo que vemos con los ojos más allá de nuestros límites humanos. Mediante el uso de objetivos podemos ver un panorama más amplio o más lejano del que vemos habitualmente. Nuestro campo de visión se vuelve ajustable. La habilidad para ver que tenemos se amplía y se mejora. Se nos abre todo un campo de posibilidades: mostrar el mundo de maneras que los ojos humanos por sí solos no podrían percibir.

En términos de estética esto quiere decir que la fotografía abre posibilidades únicas de representar el mundo. Por supuesto, una vez descubierta esta nueva estética es posible crearla por otros medios. Por ejemplo, es posible pintar una escena como si la estuviéramos viendo a través de un gran angular. Pero, en mi opinión, alguien tuvo que ver esta escena a través de un objetivo (o de un espejo esférico, que reproduce con mucha aproximación el efecto de un gran angular) antes de pintar un cuadro así…

4.- Un paisaje, tres posibles objetivos.

Al grano, ¿qué maneras tenemos de ver un mundo diferente gracias a la fotografía? Bueno, para simplificar el tema he dividido las posibilidades en tres categorías principales de visiones, utilizando los tres tipos básicos de objetivos: gran angular, normal y teleobjetivo.

Al pasar del gran angular al teleobjetivo lo que estamos haciendo es excluir de la fotografía cada vez una parte mayor del paisaje. De hecho, pasamos de tomar tanto paisaje como es posible (con el gran angular) a tomar lo que veríamos con los ojos en condiciones normales (con un objetivo normal) y a tomar sólo una fracción de lo que vemos (con el teleobjetivo). Lo que estamos logrando de hecho es concentrar la atención del espectador en un campo visual cada vez más pequeño.

Los nombres que empleo para estas tres categorías son Paisajes Grandes, cuando fotografiamos todo lo que tenemos delante, Paisajes Medianos, cuando fotografiamos lo que tenemos delante, y por último Paisajes Pequeños, cuando sólo fotografiamos una fracción de lo que tenemos delante.

En este proceso el que manda es usted. A usted le corresponde la decisión entre fotografiar todo el paisaje, una parte normal del paisaje o una fracción del paisaje. Evidentemente, ciertos sujetos se prestan mejor que otros o de manera más natural a una de las tres categorías. Aún así es importante tener en cuenta que cualquier sujeto se puede fotografiar de las tres maneras.

Examinemos más detenidamente estas tres maneras principales de interpretar el paisaje:

5.- El Paisaje Grande Los objetivos tipo gran angular crean las composiciones más dinámicas. A medida que pasamos del gran angular al objetivo normal y al teleobjetivo la composición va siendo cada vez más estática, como veremos más adelante. Los grandes angulares dotan a la imagen de movimiento porque nos permiten mostrar al mismo tiempo tanto lo que está cerca como lo que está lejos y/o porque nos permiten mostrar una enorme parte de la escena que tenemos delante, mucho más grande de la que veríamos con nuestros propios ojos, como ya dije antes. Para ver con los ojos tanto como ve un gran angular tenemos que mover la cabeza de arriba abajo y de derecha a izquierda. No tenemos manera de ver completa la escena que capta un gran angular sin mirar a través de la cámara (o a través del Visor Multifocal Linhof). El dinamismo que proporciona un objetivo tipo gran angular viene del hecho de que estamos contemplando una escena que sin la cámara no tendríamos posibilidad de ver. Las escenas captadas con gran angular superan a las posibilidades de los ojos humanos. Sobrepasan nuestras capacidades físicas, abren nuevas fronteras y nos descubren un mundo que es a la vez extraño y atractivo, un mundo que desearíamos explorar en persona.

Composiciones cerca-lejos Sin duda lo que más nos gusta a todos es el efecto cerca-lejos que se consigue con una 4×5 y un super gran angular como el 75 mm. La combinación de amplitud de la escena con el enfoque perfecto en toda ella, desde una distancia que va de escasos centímetros hasta el infinito (gracias a una mezcla de diafragmas cerrados y movimientos de cámara) convierte este tipo de imágenes en un placer visual y un tour de force fotográfico.

En este tipo de imágenes todos los elementos tienen que trabajar coordinados para que el resultado final sea un éxito. Dado que en la imagen tendremos al menos tres planos esenciales (el primer plano, el plano medio y el fondo), los tres deben tener interés para que la imagen completa resulte fascinante para el espectador. Hace falta un primer plano sensacional, en el que aparezca un sujeto que no sólo ha de ser visualmente atractivo, sino también poco común. Hace falta un plano medio agradable, porque es el que sirve para realizar la transición entre el primer plano y el fondo. Y por supuesto hace falta un fondo excelente, porque la mirada del espectador se va a desplazar del primer plano al fondo una y otra vez. Muchas imágenes primer plano-fondo fracasan porque el interés se concentra en el primer plano. Para evitar este problema pensemos siempre en términos de primer plano, plano medio y fondo, asegurándonos de que los tres son interesantes por igual.

Por ejemplo, cuando tengo intención de fotografiar el Gran Cañón al anochecer busco durante el día un elemento excelente para el primer plano, como una roca o un árbol poco habitual, y planifico la composición. Regreso al ocaso al punto elegido con la esperanza de que haya nubes bonitas sobre el Cañón. El árbol es mi primer plano, el Gran Cañón el plano medio y el primer fondo, y las nubes son el segundo fondo. ¡Cuando se sabe bien cómo combinar todos estos elementos cuesta no crear una fotografía maravillosa!

La manera más sencilla de conseguir una composición cerca-lejos es con un gran angular. Tengan en cuenta que también se puede hacer con las otras dos series de objetivos, los normales y los teleobjetivos. Las composiciones cerca-lejos no exigen un objetivo concreto, aunque lo más habitual es crearlas con grandes angulares. Con un objetivo normal o con un tele, la composición cerca-lejos no será tan dinámica. Si queremos conseguir un efecto cerca-lejos con un objetivo normal o con un tele, y al mismo tiempo mantener un enfoque perfecto en toda la imagen, tendremos que ubicar lejos nuestro sujeto del primer plano. En vez de tenerlo justo delante elegiremos un elemento que esté a una distancia de entre tres y diez metros, depende de la longitud focal del objetivo que estemos utilizando. El resultado será una apariencia de compresión entre los elementos de la imagen, cosa que a su vez nos proporcionará una imagen más estática, menos dinámica. Hay que recordar que este efecto de compresión no viene dado por el uso de un objetivo más largo, sino porque habremos constreñido el campo de visión a una pequeña fracción de lo que vemos normalmente. Uno de los ejercicios que propongo al final de este artículo tiene como objetivo ayudarle a comprobar esto en persona.

El gran angular se puede utilizar también para fotografiar una zona de cielo de tamaño desmesurado. En este caso tal vez no se pueda conseguir una relación cerca-lejos, ya que sólo aparecerá una pequeña parte del paisaje. Otra posibilidad es emplear el gran angular para tomar panorámicas que de otra manera no sería posible capturar en una única fotografía. Son excelentes para captar formas circulares como un kiva o la curva de un cañón, por ejemplo, ya que su curvatura natural del campo, que viene dada por la amplitud de la escena que cubre, se presta para este tipo de sujetos.

Hay muchas maneras de utilizar el gran angular en la fotografía de paisajes, pero sea cual sea su empleo su cualidad dinámica transmitirá por lo general a la fotografía una sensación de exageración. Eso se debe a que un gran angular nos muestra más de lo que vemos con nuestros propios ojos, y por tanto nos sorprende. Los teleobjetivos también nos sorprenden, como veremos más adelante, pero en su caso es por la visión exagerada que crean de objetos lejanos.

El cielo Casi siempre muestro el cielo en las fotografías que tomo con el gran angular, aunque sólo sea una franja delgada en la parte superior de la fotografía. Si en una imagen quiero dejar fuera el cielo lo que suelo hacer es utilizar un objetivo normal o un tele.

Anochecer en Squaw Creek Ruin, Perry Mesa, Monumento Nacional, Arizona. Linhof 4×5, objetivo 75 mm. En este ejemplo “Squaw Creek Ruin vertical”, una escena serena y un tanto anodina, cobra energía gracias al uso de un gran angular de 75 mm. en mi Linhof 4×5. Se trata de una escena tranquila, sin ningún elemento dominante. Tanto es así que cuando la estaba visualizando no podía dejar de pensar en que resultaba un tanto desaliñada. Al elegir un gran angular conseguí aportar dinamismo a una escena que un objetivo normal había captado demasiado estática. El gran angular me permitió exagerar el tamaño de los elementos del primer plano y me ayudó a utilizar una forma de Y invertida (el muro bajo de piedras) para guiar la vista del espectador por la imagen, al tiempo que me dejaba espacio más que de sobra para centrar la montaña al otro lado del cañón y, por último, me dejaba coronarlo todo con un cielo de un púrpura suave cubierto en parte con nubes del atardecer, también purpúreas. El campo de visión, extremadamente amplio, implica que se hace énfasis en el tamaño de los objetos cercanos mientras que los objetos más lejanos se ven reducidos. Este efecto exagera la sensación de perspectiva en la fotografía y contribuye a organizar en los tres planos (primero, mediano y fondo) una escena en apariencia desaseada. Los elementos que en la escena real parecen “amontonados” unos sobre otros se ven más separados, más dispersos, en una foto tomada con gran angular. 6.- El Paisaje Mediano

Un objetivo normal es aquel cuya longitud focal es igual a la profundidad de visión de los seres humanos. En otras palabras, cuando miramos a través de un objetivo normal vemos tanto de la escena que tenemos delante como cuando miramos con los ojos sin más. La distancia focal normal poara cualquier tamaño de película es igual a la distancia en diagonal entre dos esquinas contrapuestas de la película, o sensor de imagen, expresada en milímetros. Se puede averiguar fácilmente la distancia focal normal para cualquier formato de película o sensor de imagen, basta con tomar una regla y medir la distancia entre dos esquinas contrapuestas de la película o sensor de imagen. Para la película de 35 mm. el objetivo normal es el de 50 mm. Para un sistema de 2 ¼ el normal es el 80 mm. Para una 4×5 el normal es el objetivo de 150 mm.

Muchos fotógrafos consideran “aburrido” el objetivo normal. Al fin y al cabo, ¿para qué queremos mostrar el mundo tal como lo vemos? ¡Mejor utilizar un gran angular o un superteleobjetivo! ¡Eso sí que es caña!

Hasta cierto punto estoy de acuerdo, y he de reconocer que mi objetivo normal no es el que más a menudo utilizo. ¡Pero tampoco digo que no lo utilice nunca! Porque, ¿qué tiene de malo mostrar el mundo tal como lo ven nuestros ojos? Si lo único que vemos con los ojos son cosas aburridas, ¿cómo podemos tomar fotos que no lo sean? Sería un error pensar que la única manera de crear fotografías trepidantes es con grandes angulares o teleobjetivos. Si es así entonces son los objetivos los que hacen interesantes nuestras fotografías, y en ese caso sabemos que la novedad no tardará en tornarse monotonía, si es que fue novedad alguna vez.

Un fotógrafo competente es capaz de crear buenas fotografías –imágenes interesantes—con todo tipo de objetivos. De la misma manera, un fotógrafo competente es capaz de crear buenas fotografías con un objetivo normal. La visión, la composición, la luz, el estilo personal, tal como veremos en próximos artículos, son independientes de la longitud focal exacta que tengamos en las manos. Puede que no controlemos por completo el equipo del que disponemos pero sí tenemos que controlar la visión que queremos expresar en nuestras imágenes.

Pero lo más importante de esta argumentación es el hecho de que un objetivo normal nos permite crear lo que yo denomino Paisajes Medianos. Son imágenes que están a medio camino entre las que se captan con un gran angular y con un teleobjetivo.

Los grandes angulares son los que mejor nos permiten fotografiar el Paisaje Grande. Nos permiten “cogerlo todo”, por decirlo de alguna manera. No tenemos que pararnos a pensar en lo que vamos a dejar afuera, porque el objetivo tiene una cobertura tal que nos permite incluir casi todo lo que queramos. Los grandes angulares son mejores para paisajes grandes, porque abarcamos con la vista todo, desde lo que tenemos a los pies hasta las montañas lejanas, el horizonte y el cielo.

Pero un campo de visión así no es siempre lo más apropiado. En ocasiones conviene más una perspectiva más suave, menos dinámica y exagerada. Por ejemplo, aunque los grandes angulares son excelentes para mostrarlo “todo” a menudo quitan importancia a los detalles. Si nos centramos un poco más y reducimos el campo de visión podemos enfatizar las relaciones entre los elementos. En vez de concentrarnos en el todo nos estaremos concentrando en parte del todo.

El equilibrio Los objetivos normales son los mejores para transmitir la sensación de equilibrio en una escena. Ayudar a crear imágenes que consideramos “reales” nada más verlas. No cuestionamos las imágenes tomadas con un objerivo normal porque reconocemos de inmediato el ángulo de visión que cubren. Al fin y al cabo es un campo de visión como el que tenemos, como el que hemos visto siempre y con el que hemos experimentado el mundo día tras día.

Por este motivo, siempre que queramos plasmar una escena sin transmitir sensaciones de exageración y sin centrar la atención del espectador en cómo fue creada la imagen, sin hacerle pensar en qué objetivo concreto se utilizó, lo más apropiado será utilizar el objetivo normal. Tiene la habilidad de proporcionar a la imagen un aspecto natural, porque el campo de visión que cubre es el mismo que experimentamos con nuestros propios ojos. Este campo de visión le parecerá normal al que vea la foto, y por tanto se concentrará más en el contenido de la imagen que en la técnica utilizada para tomarla. La ausencia de diferencias entre la cantidad de espacio que abarcamos con la vista y la que abarca la cámara implica que estaremos más predispuestos a aceptar la realidad creada por la mente.

Cañón de Chelly al amanecer, Arizona. Linhof 4×5, objetivo 75 mm.

Cañón de Chelly al amanecer, Arizona. Linhof 4×5, objetivo 150 mm. Estas dos fotografías, tomadas con segundos de diferencia mientras el sol salía sobre el Cañón de Chelly, muestran claramente la diferencia entre un gran angular y un objetivo normal. El gran angular muestra el espectacular entorno del Cañón de Chelly y hace énfasis en la curva que describe el cañón a lo largo de gigantescas paredes de piedra arenisca. La foto tomada con el objetivo normal muestra un paisaje más tranquilo, más íntimo, y centra nuestra atención en una parte concreta de la escena. Aunque en la imagen el cielo sigue siendo visible el espacio que ocupa ha sufrido una espectacular reducción.

El cielo.

Desfiladero Capitol, Parque Nacional de Capitol Ref., UTA. Linhof 4×5, objetivo 150 mm. En un paisaje mediano puede aparecer el cielo, pero también puede no aparecer. En el ejemplo de arriba, “Amanecer en la casa del antílope” he utilizado en la composición una pequeña franja de cielo. En este segundo ejemplo, “Rocas en el Desfiladero Capitol y barniz del desierto” no aparece el cielo. Se trata de un paisaje íntimo, creado con un objetivo normal, y el cielo es innecesario. No aportaría nada a la imagen, todo lo contrario, su luminosidad superaría el rango dinámico de la película y generaría una zona blanca o casi blanca innecesaria y molesta.

Es un ejemplo perfecto de paisaje mediano. No demasiado amplio ni tampoco demasiado restringido. El objetivo normal me proporcionó la libertad necesaria para mantenerme a cierta distancia de las rocas y, pese a todo, mostrarlas a buen tamaño. Un gran angular me habría obligado a acercarme mucho más a las rocas y por tanto habrían estado mucho más altas que yo. De esa manera me habría visto a no mostrar la parte superior, puesto que estaría por encima de mí, y perdería la escena general. La composición más sosegada que proporciona el objetivo normal proporciona equilibrio a la escena. El dinamismo de un gran angular también habría sido contrapruducente para la escena tranquila que pretendía reflejar.

7.- El Paisaje Pequeño

La tercera categoría es la que yo denomino “Paisajes Pequeños”. Son, por definición, elementos aislados del paisaje, elementos que podríamos pasar por alto (y a menudo pasamos por alto) al observar la escena general, porque tendemos a ver el todo en vez de las partes.

Las fotos tomadas con grandes angulares nos sorprenden porque muestran mucho más de lo que veríamos con los ojos. Las tomadas con teleobjetivo nos sorprenden porque muestran muchos más detalles de los que veríamos a simple vista. El objetivo nos revela con claridad absoluta los detalles de objetos lejanos que no alcanzábamos a divisar. Las fotos hechas con teleobjetivo nos permiten admirar lo que hasta entonces sólo podíamos intuir que existía. Contemplamos los paisajes pequeños como miraríamos el cofre de un tesoro, preguntándonos qué más habrá dentro, qué otras cosas nos hemos perdido, qué puede quedar oculto en el interior.

El cielo En los paisajes pequeños rara vez aparece el cielo. Lo más habitual es que el cielo no forme parte de la fotografía. El paisaje pequeño es una visión introspectiva, no general como en el caso del paisaje grande ni concentrada como en el del paisaje mediano. Al no incluir el cielo en la foto estamos prescindiendo de uno de los elementos más poderosos que tiene el espectador para definir el tamaño, la altura o la profundidad de un accidente natural. Si de la fotografía del Gran Cañón eliminamos el cielo el espectador no tendrá manera de saber lo profundo que es, ya no puede detectar con precisión dónde está el borde. Además, al eliminar el cielo prescindimos también de un elemento del que dependemos para definir no sólo dónde está el horizonte, sino también si la fotografía está nivelada o no. A falta de una línea del cielo necesitaremos otros elemento que actúe como equilibrador visual en la imagen, un elemento que sustituya al horizonte aunque sea de manera metafórica. En el ejemplo de abajo “Paria Rifle, río Colorado, Lees Ferry, Arizona”, la orilla más distante del río, la línea que separa el río del acantilado, funciona como horizonte visual. Esta línea es en cierto modo un nivel y aporta a la imagen una sensación de equilibrio.

Más abajo, con el título “O’Neil Butte con teleobjetivo”, hay un segundo ejemplo de paisaje pequeño.

Paria Riffle, Lees Ferry, Arizona. Linhof 4×5, objetivo 400 mm. Como los teleobjetivos muestran detalles que no vemos a simple vista, lo que descubrimos en las fotografías de paisajes pequeños nos suele parecer muy descontextualizado. En estos momento buscamos partes en vez del todo. Esta falta de contexto nos ayuda a aislarnos de la realidad cotidiana. En la realidad del día al día el cielo siempre está presente. En la realidad del día a día no podemos ver detalles diminutos de objetos distantes. El hecho de que no haya cielo, el hecho de que podamos ver detalles infinitesimales en objetos relativamente lejanos, nos genera una sensación de extrañeza, de que la fotografía que estamos contemplando se sale de lo ordinario.

8.- ¿Qué objetivos tengo que llevar?

Una de las preguntas que más a menudo me hacen los participantes en mis talleres es “¿Qué objetivos tengo que llevar?”. Se trata de una cuestión crucial, sobre todo considerando lo pesados que son y lo mucho que abultan. Además de caminar con ellos hay que transportarlos en el avión y en el coche a medida que vamos de un sitio a otro. Lo que yo hago es lo siguiente:

Lo miremos como lo miremos, la fotografía de paisajes implica un cierto nivel de ejercicio. Sabemos de antemano que tendremos que caminar y cargar con el equipo. Si llevamos más objetivos de los necesarios la caminata será más agotadora y menos grata. En estos momentos tengo seis objetivos para la 4×5: 47 mm, 75mm, 90mm, 150mm, 210mm y 300mm. Con ellos se cubren casi todas mis necesidades. En una cámara de 35 mm. equivaldrían más o menos a objetivos de 18mm, 24mm, 35mm, 50mm, 75mm y 135mm. Los teleobjetivos largos no son fáciles de encontrar para la 4×5, y tampoco resultan prácticos. Los teleobjetivos más largos para las 4×5 están en torno a los 500 o 600 mm., y con esas longitudes focales tanto la estabilidad como el precio suponen problemas serios. Si trabajara con una 35 mm. añadiría uno o dos objetivos más largos, o bien un zoom 200-400. Con la 4×5 podría añadir un objetivo de 500 mm. si quisiera incrementar mi alcance.

A veces me veo obligado a reducir el equipo que transporto. Puede deberse a que me espera una larga caminata, un viaje en avión o ambas cosas. En esas ocasiones sólo me llevo tres objetivos: el 75, el 150 y el 210. Como el 150 encaja en la Linhof cuando está cerrada siempre va conmigo. Si sólo me puedo llevar un objetivo extra, el que se queda en casa es el 210. ¡El gran angular lo necesito!

No olvides que la calidad de las fotografías que te lleves a casa no depende directamente del número de objetivos con los que cargues. Claro está que no puedes tomar una foto panorámica con un teleobjetivo, pero si eres buen fotógrafo (y si no lo eres esta serie de artículos tiene como objetivo que llegues a serlo) sabrás crear fotos de calidad con las herramientas que tengas a tu disposición. Si necesitar mejorar tus habilidades, a continuación hay ejercicios que te pueden ayudar. 9.- Ejercicios prácticos Un turista de visita en Nueva York le pregunta a un neoyorquino, “¿Cómo se llega al Carnegie may”. La respuesta que recibe es una de las lecciones más importantes en la vida de un artista: “Practicando, practicando y practicando”.

A continuación verá tres ejercicios prácticos que le permitirán alcanzar sus metas. Estos ejercicios están diseñados para ayudarle a desarrollar su conocimiento de los objetivos y familiarizarse con lo que puede hacer cada uno de ellos.

Ejercicio A Fotografíe la misma escena, sin mover el trípode, con todos los objetivos de su “aresnal fotográfico”. Ya lo sé, algunas de las fotos no serán muy buenas, o carecerán de interés, porque el motivo tal vez sólo se preste a un tipo de objetivos concreto. Pero hágalo de todos modos. La película es barata, y si tiene una cámara digital no le costará nada. Luego compare las fotografías y busque nuevas posibilidades para composiciones. Por ejemplo, tal vez descubra que de no haber hecho este ejercicio nunca se le habría ocurrido usar un objetivo así para ese motivo concreto.

Ejercicio B Vaya a un buen lugar para tomar fotos, uno que le guste mucho, pero llévese sólo un objetivo. Ni tres ni dos, sólo uno. Puede elegir el que quiera, pero uno nada más. Tal vez se lleve su objetivo favorito porque sabe que disfrutará tomando fotos con él, o puede elegir uno con el que no haya trabajado tanto para así explorar sus posibilidades. No se lleve un zoom, iría contra la filosofía de este ejercicio. Si sólo tiene objetivos con zoom, o si sólo dispone de la longitud focal que quiere utilizar en un zoom, transfórmelo momentáneamente en un objetivo fijo. Por ejemplo, selle con cinta adhesiva el anillo de zoom para no poder cambiar la longitud focal. Durante muchos años, cuando empezó a trabajar, John Sexton sólo utilizaba un 210mm. para su 4×5. No cabe duda de que, para cuando compró el segundo, conocía al dedillo todas las posibilidades de un objetivo de 210mm. El mismo ejercicio se puede repetir con todas las longitudes focales.

Ejercicio C

Haga dos fotos de la misma escena, una con el gran angular y otra con el teleobjetivo, sin mover la cámara ni el trípode. Una vez de vuelta en el estudio reencuadre y amplie la foto tomada con el gran angular hasta que tenga la misma composición que la del teleobjetivo.

A continuación compare las dos imágenes, la creada con el teleobjetivo y la obtenida tras reencuadrar y ampliar la del gran angular. No verás diferencia alguna en lo relativo a la composición y “compresión” de la escena. Los teleobjetivos no comprimen los objetos distantes, de la misma manera que los objetivos angulares no los distorsionan (a excepción de los ojos de pez). La perspectiva creada por un teleobjetivo es la misma que crea un gran angular, la única diferencia es que el primero sólo muestra una fracción de lo que aparece en el segundo. Los objetos lejanos parecen “comprimidos” porque, a medida que se alejan de nosotros en la distancia, parecen estar más próximos entre ellos. Este efecto lo causa la perspectiva, no el objetivo.

Cambiar el gran angular por un teleobjetivo y ampliar y reencuadrar una foto son dos acciones que surten el mismo efecto. En teoría, si fuera posible tomar fotos de resolución ilimitada, podríamos utilizar siempre un gran angular y recortar las fotografías en el estudio. A partir de esta única imagen podríamos obtener todos los reencuadres y composiciones que quisiéramos, y cada uno de ellos parecería creado con un objetivo diferente. En la práctica, debida a la resolución limitada de la película y los sensores de imagen, no se puede hacer, Ejemplo: Esto es lo que he hecho con las tres fotografías de abajo, que muestran el Gran Cañón al atardecer desde Punta Yavapai, en el lado sur. “Ocaso desde Punta Yavapai” fue creado con un objetivo de 75 mm. “Reencuadre de O’Neil Butte” es un recorte de “Ocaso desde Punta Yavapai” en el que sólo aparece O’Neil Butte. “O’Neil Butte con teleobjetivo” se creó con un objetivo de 300 mm. y mi Linhof 4×5, el equivalente a un objetivo de 135 mm. en una cámara de 35 mm. Como se puede ver las dos últimas son idénticas en lo que a composición y compresión de elementos se refiere. El grano y la resolución son mejores en “O’Neil Butte con teleobjetivo” porque no tuve que ampliarla. En la foto del teleobjetivo las rocas tienen un matiz más rojizo porque la tomé más tarde que la del gran angular. Como veremos más adelante, en el ensayo sobre la luz, al amanecer y al anochecer se suceden cambios espectaculares con una diferencia de pocos minutos.

“Reencuadre de O’Neil Butte”. Linhof 4×5, objetivo 75mm (Recorte de la imagen original)

“O’Neil Butte con teleobjetivo”. Linhof 4×5, objetivo 400mm

“Ocaso desde Punta Yavapai”. Linhof 4×5, objetivo 75mm

10.- Conclusión

Fotografiar paisajes naturales es apasionante. De repente nos encontramos en un hermoso entorno natural, tratando de expresar lo que sentimos sobre lo que tenemos delante. Vamos a lugares bellos, los descubrimos, los exploramos con mirada de artista, y trabajamos para crear imágenes que transmitan a otros lo que hemos visto y sentido. Es una hermosa labor, y es maravillosa la perspectiva de compartir con los demás el fruto de nuestro esfuerzo creativo.

Los paisajes vírgenes, como los que se encuentran al sudoeste del cañón, evocan reacciones fuertes, casi instintivas. Las escenas más bucólicas, como las de la campiña francesa o italiana, evocan reacciones más sutiles y es mejor plasmarlas de manera más poética. Pero, ¿cómo se puede hacer algo así si de lo único que disponemos es de cámara y película, cosas que carecen de la flexibilidad de la palabra escrita o de las infinitas variaciones de tonos, formas, y texturas que permite la pintura o el dibujo? Una de las mejores herramientas para expresar lo que vemos y sentimos es una buena elección de objetivo. Los grandes angulares permiten crear imágenes dinámicas y repletas, que sorprenden y a la vez resultan atractivas. Los objetivos normales permiten crear imágenes equilibras, que percibimos como naturales porque el campo de visión que reflejan es muy similar al de nuestros propios ojos. Por último los teleobjetivos permiten crear imágenes que revelan detalles que nuestros ojos no pueden ver por si solos, unas imágenes que sorprenderán y agradarán al espectador.

Para que su trabajo sea lo más diverso posible, para variar el tipo de imágenes que elija para su carpeta personal, le recomiendo que se esmere en crear imágenes de primerísima calidad con las tres familias de objetivos. Esto, en combinación con las diferentes composiciones de las que hablaba en mi artículo anterior, será un gran paso hacia su meta de crear una colección de fotografías de paisaje asomborosos y diversos.