Ya hemos visto con algunos ejemplos la importancia de las nubes, las fuentes de contaminación lumínica, la elección adecuada de la hora y la fase de la luna. Sin embargo, también hablamos en su momento del papel de los fenómenos atmosféricos locales, como la niebla. Ya en alguna fotografía presentada anteriormente se observa como ésta es fundamental para teñir toda la escena, pero hay casos aún más extremos, como el de la siguiente imagen, que nos presenta una central térmica en funcionamiento. El problema en esta fotografía era siempre el mismo, sólo salía iluminada la zona más brillante de la factoría, quedando la chimenea y el entorno sumergidos en la negrura más absoluta. Hubo que esperar a un día de intensa lluvia y niebla para, utilizando un teleobjetivo, hacer la toma desde un monte cercano. En esta ocasión, la atmósfera actuó nuevamente como un reflector natural de gran potencia y permitió iluminar toda la escena. Nuevamente, evitamos tomar la foto en noche cerrada, para permitir un mínimo de luz ambiental.

Y lo mismo puede aplicarse a esta otra foto, que, a diferencia de la anterior, sí ha sido realizada a altas horas. En esta ocasión se trata de una fábrica de productos farmaceúticos que utiliza para su refrigeración el agua del río que pasa tras ella. Esto genera enormes nubes de vapor que son capaces, por sí solas, de reflejar la luz ambiental con gran intensidad, lo que nos permite ver con claridad todo el edicio. Esta vez, sin embargo, la imagen tiene menos gracia que en ocasiones anteriores, ya que hemos esperado demasiado para tomar la foto y al no haber ya nada de luz solar reflejada, ni tampoco luz de luna, todos los tonos de la fotografía se presentan amarillos y mortecinos. Además, la parte inferior de la toma ha perdido detalle por ese mismo motivo. Son las consecuencias de un error de cálculo en la hora y la noche del disparo.

En el caso de que necesitemos urgentemente hacer una foto parecida a la imagen superior y no haya ningún tipo de niebla o lluvia que actúen como reflector también puede recurrirse a una solución de emergencia que pasa por el uso de un filtro degradado neutro de dos o tres diafragmas. Situaremos la zona oscura del filtro sobre las partes más luminosas de nuestra toma, a fin de compensar un tanto el exceso de luz en estos puntos, y posteriormente comenzaremos a rezar un Rosario (puede que nos dé tiempo) para que nuestra medida sea suficiente. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los filtros permiten obtener una imagen de calidad, es decir, los clásicos Cokin de diez euros no cumplen los mínimos requisitos exigidos y su utilización da lugar a todo tipo de fenómenos indeseados. Existen varias marcas que venden filtros equivalentes de cristal y calidad indiscutible, pero pueden llegar a ser realmente caros (cerca de los doscientos euros). En última instancia, siempre podemos recurrir a realizar varias exposiciones y luego integrar las diferentes imágenes con cualquier programa que soporte capas.

Otro recurso bastante usual si nuestras fotografías tienen unos tonos demasiado uniformes o manifiestan una fuerte dominante debido a la monotonía de las fuentes de luz del lugar es virarlas al duotono que más nos guste. Evidentemente, esto sólo puede hacerse cuando la imagen está bien expuesta y presenta mucha textura, ya que en otro caso surgirá la inevitable posterización. En el siguiente ejemplo hemos optado por hacer un virado en el que imperan los colores azules para dar aspecto de cómic a una foto que, de por sí, sin estar mal, presentaba una dominante demasiado acusada. Lo mismo podría intentarse con la imagen anterior a ésta, donde además un procesado por capas también ayudaría notablemente.

Por último debemos hablar de todas aquellas fotografías que, aún siendo nocturnas, no requieren exposiciones superiores a unos cuantos segundos o un minuto porque los elementos de la escena son muy luminosos. Este tipo de situaciones podemos hallarlas con facilidad si nos encontramos en las cercanías de entornos industriales de cierto tipo o bien en las calles de una ciudad. En estos casos es muy recomendable buscar, como se comentaba anteriormente, una cierta mezcla de luces que enriquezca la imagen. Las dos fotos superiores adolecían de cierta variedad en sus tonalidades que les aportara interés, sin embargo, en la toma que se encuentra bajo estas líneas el problema lo hemos resuelto mostrando simultáneamente elementos iluminados de distinta forma.

Con entornos tan complejos como el que nos ocupa puede ser igualmente buena idea utilizar el tele y aislar ciertos elementos de la escena que de por sí sólos pueden constituir fotografías interesantes. En este caso hemos optado por la zona de liberación de gases y el alto horno para tomar dos nuevas fotos sin necesidad de movernos de nuestra ubicación:

Al margen de las condiciones fotográficas merece la pena repetir que debemos tener en cuenta la restricción de entrada a los complejos industriales salvo obtención de un permiso expreso de sus responsables. Todas estas fotos están tomadas desde fuera de las instalaciones.

El caso extremo en cuanto a iluminación artificial se refiere lo tendremos dentro de la ciudad, sobre todo si hablamos de espectáculos como los fuegos artificiales o las atracciones de feria. Realmente, fotografiar fuegos tiene su propia técnica, de modo que no entraremos aquí en ella. Baste decir que en estas situaciones tan particulares prácticamente no hay que considerar ya la imagen como «foto nocturna» a efectos prácticos y podemos trabajar como si de una toma normal se tratara. Por ejemplo, en la siguiente fotografía el hombre ni siquiera se ha movido, lo que ilustra sobre el cortísimo tiempo de exposición, a penas de unos segundos. En estas circunstancias suele ser bastante efectivo jugar con la combinación de elementos móviles e inmóviles, para dar más espectacularidad a las imágenes. Así, nosotros nos hemos aprovechado de la rotación de la noria para imprimir a la escena un efecto más creativo.