La primera vez que me llevaron a la zona de Comillas, creo que tenía seis años. De aquel viaje guardo pocos recuerdos: una visita al zoo de la cercana Santillana del Mar y la imagen colorista del Capricho de Gaudí. Cuando este año, antes del verano, mi novia me propuso volver, no lo dudé, primero por la fama del cementerio de Comillas, y, segundo, porque tenía bastante curiosidad por ver cómo sería el pueblo veinte años después…