Mientras que el LAB 25 ya hemos tratado la luz disponible vamos a hablar aquí de la luz fotográfica, entendida como todas aquellas luces utilizadas específicamente para la realización de imágenes fotográficas. Es deseable por tanto que tengan ciertas características de gran importancia para el fotógrafo, entre las que podemos destacar que permitan controlar su posición y su potencia, que tengan una temperatura de color estable y que admitan el uso de modificadores tales como softboxes o geles de colores.

Podemos distinguir dos tipos de luces fotográficas: las luces continuas y el flash. En las luces continuas destacan las lámparas de tungsteno, los fluorescentes de estudio y las lámparas de descarga de alta intensidad. Las principales ventajas de la luz continua es que facilita el aprendizaje ya que sus efectos son visibles a simple vista, lo que simplifica el control de las sombras o reflejos no deseados. Otra ventaja de la luz continua más usada hasta ahora, las lámparas de tungsteno, es que su precio es más reducido en comparación con los flashes. Por contra presenta desventajas respecto a las discontinuas: mayor consumo, tamaño y peso para conseguir los mismos niveles de intensidad de los flashes.

El flash es la luz fotográfica más utilizada actualmente – tanto las pequeñas unidades incluidas en la mayoría de las cámaras, como los flashes de zapata, como los potentes flashes de estudio- ya que ofrecen mucha potencia en un tamaño muy reducido, alta autonomía y portabilidad, y una temperatura de color similar a la luz diurna. Su principal inconveniente, sobretodo para los no iniciados, es que dado que su destello es instantáneo su efecto no es perceptible a simple vista, lo que dificulta la previsualización de la imagen. Solo los flashes de estudio disponen de luces continuas de modelado, que nos ofrecen una previsualización del efecto final, pero con poca fiabilidad a nivel de exposición, contraste y reflejos. Esta luz de modelado no tiene efecto en nuestra imagen final, ya que en el momento del disparo estas luces de modelado se apagan y se produce el destello del flash.

Afortunadamente los fotógrafos digitales contamos con la inestimable ayuda de la pantalla LCD y el histograma de nuestras cámaras digitales, que nos permiten valorar el efecto y la potencia de los flashes, respectivamente sin necesidad de tener que usar un fotómetro para flashes. En la fotografía digital este instrumento sigue siendo muy útil pero ya no es imprescindible.

Otra de las características principales del flash es que la velocidad de su destello es muy alta, ronda los 1/1.000 segundos en un flash de zapata a plena potencia, lo que nos permite reducir tanto la trepidación como congelar la acción en movimiento. Si por el contrario lo que deseamos es registrar el movimiento con largas exposiciones debemos recurrir a luces continuas, aunque podemos combinarlas con el flash para obtener una imagen nítida del sujeto unida a su movimiento. Esto suele funcionar especialmente bien cuando el flash se sincroniza con la segunda cortinilla del obturador de forma que la imagen nítida se registra como el final del movimiento.

La luz fotográfica nos un ofrece un mayor control creativo al permitirnos utilizar tantas luces como queramos, decidiendo libremente su posición, potencia y modificadores. Además podemos usarlas en combinación con luz ambiente, siempre teniendo en cuenta que la velocidad de obturación afecta a la exposición de la luz continua pero no a la luz de flash: esto nos ofrece un nivel de control adicional sobre la iluminación que deseamos obtener, de forma que si usamos luz solar como relleno en una imagen y luz de flash como luz principal, podemos variar el ratio entre ellas simplemente alterando la velocidad de obturación utilizada. Del mismo modo usando la máxima velocidad de sincronización podemos eliminar toda la luz ambiente.

Otra de las opciones que nos ofrecen las luces fotográficas es la posibilidad de modificar su temperatura de color, que ya tratamos en el LAB 19 y LAB 25, mediante geles de colores. Esto nos permite realizar ajustes correctores entre las luces de una escena para homogenizar su temperatura de color, como colocar un gel azul en un foco de tungsteno para igualarlo con la luz de día, o colocar un gel naranja a un flash para igualarlo con una bombilla casera. Pero además los geles abren la puerta a un uso puramente creativo, tales como dar un tono más calido a la piel en un retrato en el exterior sin afectar al color del resto de la escena o incluso modificar a nuestro antojo el color de la luz solar colocando un gel en nuestro flash y ajustando el balance de blancos de la cámara acorde con el color del gel.

Además existen geles polarizadores de la fuente de luz que permiten, mediante técnicas de doble polarización (en luz y en cámara), eliminar reflejos en ciertos ángulos o superficies que serían imposibles de realizar usando luz disponible.

Las principales luces utilizadas, en función de su aplicación en la imagen, son la luz principal, la luz de relleno y luces especiales.

La luz principal es la luz dominante, la que marca el mensaje que queremos transmitir del protagonista de la escena. Usaremos una única luz principal para el sujeto de la foto y su principal función es marcar que parte el sujeto va a quedar iluminada y por lo tanto cual va a ser la zona que quede en sombra y la forma de esta – tanto la propia del sujeto como la reflejada en el fondo-. Esta creación de luces y sombras permite modelar la forma del sujeto y es manera proporcionar sensación de tridimensionalidad. También será la responsable del tamaño e intensidad de los brillos especulares.

La luz de relleno es la herramienta para aclarar las sombras generadas por la luz principal, tanto las propias como las reflejadas en el fondo. Lo ideal es que esta luz no genere nuevas sombras en el motivo, por lo que lo más recomendable es rellenar de forma uniforme, con una fuente amplia y situada en el mismo eje que la cámara.

Es importante entender que la luz de relleno es la responsable del contraste de la imagen, ya que con ella decidimos el nivel de oscuridad que deseamos que tengan las sombras y por lo tanto la diferencia de pasos existente entre la zona de iluminación y la de sombra. En cambio la luz principal es la responsable de la gradación de los medios tonos (o penumbra), es decir cuantos tonos distintos se van a mostrar entre la zona de máxima iluminación y la de sombra. Si usamos una luz principal dura, como un flash directo, dicha gradación será muy escasa, con un  cambio muy brusco de luz a sombra. En cambio con una luz suave, como un softbox, la transición de luz a oscuridad será muy gradual y con multitud de todos intermedios.

Por último podemos considerar como luces especiales o de efecto todas aquellas que tienen una única función en la imagen. Podemos destacar las luces de realce o perfilado (para destacar contornos o texturas), luces de halo, kickers, luces del fondo, etc. Podemos utilizar todas las luces de efecto que consideremos oportunas, pero debemos de tener cuidado que su efecto e importancia sean consistentes con mensaje que deseamos transmitir en nuestra fotografía.

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Texto: Goldenblatt | Fotografías: redrum, sufinegro, aitor, PR, JoAg, danko, ibetx, Edisson Villegas, mdaf, jmguzman, jmguzman, benito, rv, lur, sufinegro, montesino, tejeqteje, PR, el gaucho, juanito, acontragolpe

Publicado por Chano Reus | Goldenblatt