La forma del espacio en que está plasmada una imagen se denomina formato y está separada del resto de la realidad por el marco. El formato se define por dos parámetros: el tamaño absoluto de la imagen (de la miniatura al mural) y el tamaño relativo de sus dimensiones principales (ancho, alto). También se da este nombre al tipo de archivo de una imagen digital, pero de este no nos ocuparemos en esta ocasión. El encuadre relaciona el modelo o referente, el espectador o autor y la superficie en la que se plasma la imagen.

La forma, tamaño y proporción del plano  repercute directamente en la composición: los elementos de la imagen se sitúan y relacionan entre si de diferente manera según sea el formato. El formato es la primera decisión importante que tomamos a componer una imagen.

Un poco de historia

La mayoría de los conceptos que manejamos en fotografía tienen sus orígenes en la historia de la pintura. Las  primeras imágenes pictóricas se realizaban en diferentes tipos de estancias, desde cuevas a sofisticados palacios y en un primer momento el formato de la imagen se adaptaba al medio.

Seguidamente las pinturas se realizaron sobre superficies sólidas transportables y  podemos empezar a hablar de formatos, que pueden ser  rectangulares (con orientación vertical y horizontal), cuadrados, circulares, ovalados e irregulares.

Formato de la imagen fotográfica: tamaño de la copia

La aparición de los formatos estandarizados de la fotografía y la continuidad de los fotogramas  hizo desestimar formatos habituales en la historia del arte como el circular, los ovalados e irregulares.

Con la aparición de la placa de colodión húmedo se comenzó a estandarizar los formatos de las impresiones en papel por contacto , siendo las más comunes  8x5cm para «tarjetas de visita» ,  9×14 cm para postales y  11 x 15cm para retratos. También se empleaban formatos mayores tanto de placas como de impresiones, de 18 x 24, 24 x 30 y 30 x 40 cm.

La aparción de la copia por ampliación hizo evolucionar el mercado de los papeles fotográficos por un camino diferente al de las artes gráficas, teniendo en cuenta las proporciones del negativo para su posterior ampliación.  Estos caminos, con la aparición de la fotografía digital y las impresoras para fotografías, han vuelto a unirse y conviven los tamaños estrictamente fotográficos con los comunes.

El formato: su orientación y proporciones

Al visionar una imagen el espectador la sitúa en el horizonte mientras el ocupa naturalmente el eje vertical. En el espacio bidimensional nuestra visión se desplaza principalmente de forma horizontal y lee de izquierda a derecha y de arriba a abajo.

Formato rectangular: La mayoría de los elementos fotosensibles (películas o sensores de imagen) tienen un formato rectangular. Debemos tener en cuenta dos aspectos de este rectángulo, su orientación (horizontal o vertical) y las dimensiones.

El rectángulo que prefiere la mayoría de los espectadores tiene una característica común, la proporción entre sus lados es de 1,618034… siendo esta cifra el resultado de dividir la longitud del lado mayor por la del menor, se trata de la sección áurea.

El encuadre  horizontal es el más habitual, las características de la cámara la hacen más cómoda en esa posición. Las rótulas de los trípodes y la reciente visualización de las imágenes en monitores también condicionan. Es el que se adecua más a la visión humana y sugiere estabilidad,  quietud y tranquilidad. Suele utilizarse mayoritariamente para paisajes siendo este el motivo de que se le denomine formato apaisado.

El encuadre vertical sugiere fuerza, firmeza y aumenta la grandiosidad del motivo, es el más utilizado para retratos y edificios.

Formato panorámico: Se trata de un rectángulo en la mayoría de los casos horizontal que da una amplia visión llegando incluso a ser circular. Se puede obtener mediante la utilización de cámaras especiales o uniendo diferentes tomas mediante software. Tiene cierta dificultad situar en el encuadre suficientes elementos interesantes por lo que es adecuada su utilización en paisajes.

Formato cuadrado: es muy estable, ya que tiene las mismas dimensiones de alto y de ancho. La imagen resultante suele ser algo fría y hay quien considera la composición de este tipo de imágenes más difícil. No suele ser demasiado utilizado ya que existen pocas cámaras con negativo de estas proporciones y con los actuales sensores digitales, es necesario el recorte para llegar a el.

No existen reglas que identifiquen un formato u otro como correcto o incorrecto, pero si podemos hablar de diferentes efectos de la elección de este en nuestra percepción y por lo tanto, de formatos más adecuados. Dado que la copia se realiza por ampliación, en el caso de negativos y por interpolación, en el caso de los archivos digitales a partir de un determinado tamaño, la máxima calidad casi siempre se obtiene aprovechando todo el tamaño del negativo o sensor. Esto condiciona la elección del formato en la mayoría de los casos, aunque incluso en un sencillo software para teléfono móvil (Nightcamera para iphone) podemos encontrar gran variedad de ellos.

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texto: Nati Martínez. fotografías: (por orden) Mirando, tejequeteje, don mamut, Jansbd, koyote, daf, mdaf, elabel, redrum, sandy hock, nodroc, montesino, pepinGM, buenagana, deckard, i.m.m. y quicopedro.