He pasado muchas horas en la playa, inmóvil, rodeado de estos animales tan increíbles, viendo el día a día de sus vidas, de la lucha por perpetuarse, encontrar comida y  sobrevivir. Y he aprendido mucho, porque en sitios así te das cuenta de cómo hemos cambiado el mundo, a peor… y de que aun nos queda esperanza. Quizás la ballena franca sea el símbolo de la esperanza. Sus huesos se encuentran en las playas, y en los jardines de las casas, se las cazó hasta casi el exterminio, y desde que están protegidas han traído el turismo y la prosperidad a la zona, su número crece regularmente cada año.

He disparado 2.500 fotos, con una Canon EOS 350D que ha soportado muchos malos tratos sin inmutarse, con un grip y dos baterías. 

He usado todas las lentes que tenía, macro, gran angular y tele, porque mires donde mires hay siempre una foto. Para poder disparar tanto me llevé 3 tarjetas de memoria (2 de 1 Gb. y una de 512 Mb.) un disco duro externo de 60 gigas donde descargar a mitad de la jornada y el portátil, un iBook G4 que ha sido providencial. Por un lado me ha permitido ordenar, elegir, borrar y procesar cada día, y por otro regalar un montón de fotos a la gente que me han ayudado allí, guardafaunas, guías, el ecocentro de Puerto Madryn, etc. es la mejor manera de demostrar agradecimiento.