Llamamos teleobjetivos a aquellas lentes cuyo campo de visión es más estrecho que el de un objetivo normal. Utilizando la escala de distancias focales equivalentes en formato de 35mm, podemos dividir los teleobjetivos en tres grupos

–   Teleobjetivos cortos, con focales entre 85 y 135mm, particularmente adecuados para retratos de planos cortos de personas.
–   Teleobjetivos estándar, con focales hasta 200mm, y muy habitualmente en forma de zoom del tipo 70-200 o similar, con diferentes luminosidades.
–   Superteleobjetivos, por encima de 300mm, muy habituales en fotografía de eventos deportivos y de fauna.

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Una forma económica y versátil de ganar distancia focal es utilizar un teleconvertidor, que multiplica por un determinado factor la distancia focal (1,4x, 1,7x, 2x) a costa de perder luminosidad, algo de calidad de imagen e incluso el autofoco. Lo mismo ha sucedido con la llegada de las SLR digitales con sensores más pequeños que un negativo de 35mm, que con su factor de multiplicación han alargado automáticamente los objetivos. También nos obliga a utilizar mayores velocidades de obturación para congelar el movimiento, siendo con frecuencia necesario el uso de un trípode o un monopié (LAB08).

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El uso de los teleobjetivos lo hemos tratado desde diferentes puntos de vista en anteriores ediciones de Caborian LAB. Los encuadres cerrados que producen tienen dos efectos que pueden ser útiles desde un punto de vista compositivo: el primero es el de separar elementos de su entorno, pudiendo aislar patrones (LAB11) o llegando a la abstracción total del mismo (LAB13); y el segundo es el de reducir la profundidad de campo, concentrando la atención en un plano (LAB02). Los teleobjetivos medios se utilizan en fotografía de paisaje para aislar objetos encuadrando de manera precisa lo que queremos, y no queremos, mostrar. John Shaw dice en sus libros que se considera a si mismo un fotógrafo de ‘retratos de paisaje’.

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El efecto visual más evidente en la perspectiva es que los encuadres cerrados de un teleobjetivo nos acercan a los objetos fotografiados, y lo que no es tan obvio, reducen la distancia aparente que hay entre ellos, comprimiendo los planos y haciendo por ejemplo que las curvas parezcan más abruptas. Este efecto es tanto mayor cuanto más esté alineada la toma con los objetos en los diferentes planos. Por el contrario, la convergencia de líneas de los angulares disparados fuera de la horizontal no se produce en este caso, manteniéndose paralelas las líneas que los son en la realidad. Ambas cosas se traducen también en una pérdida de la sensación de profundidad y volumen, que podrá tratar de obtenerse por otros métodos como ya vimos.

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Esta aparente sensación de aplanar la imagen debe entenderse no como un defecto sino únicamente como un recurso estético, que debe comprenderse bien para ser utilizado con criterio para construir relaciones ente los objetos en la composición. Como sabemos, la perspectiva es determinada únicamente por la posición de la cámara, y esto hace que si todo lo que fotografiamos con un teleobjetivo se encuentra a gran distancia, pequeños cambios de nuestra posición (como la altura del trípode por ejemplo) no producirán apenas variación en la imagen, al contrario que sucedía con los angulares (LAB10). Eso hace que para modificar significativamente un encuadre suponga desplazarse una gran distancia, y esto en ocasiones no será posible.

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Texto: wiggin. Fotografías: PR, redrum, imm, maframos, alejiga, frikosal, marcosamor, mawars , Miguel, Ximo, El Carles, Russell Price