CONCLUSIÓN.
Teníamos muchas esperanzas puestas en esta cámara, ya que prácticamente prometía lo que todos llevábamos esperando desde hacía mucho tiempo en una réflex digital. Sin embargo, y por desgracia, muchas de estas promesas se han quedado sólo en eso, en promesas. La calidad de imagen de la Sony, como vimos, es excelente, pero sólo hasta ISO 400, donde el comportamiento comienza a no ser totalmente correcto; la medición multisegmento la hemos encontrado pobre, tendente a la subexposición; el sistema de limpieza del sensor no nos ha convencido mucho; en las imágenes surgen extraños dientes de sierra (aunque pueden ser debidos al objetivo del kit); el visor es pequeño y pobre; el sistema de reducción de ruido estropea las fotos más que corregirlas; el sistema D-R está totalmente limitado; la cámara tarda un segundo desde que se enciende en estar operativa; aún no se le puede acoplar una empuñadura vertical… en fin, un pequeño cúmulo de puntos negros que convierten una máquina que podría haber sido excepcional en una réflex más de gama baja con algunas virtudes particulares, siendo la primera de ellas la presencia de un estabilizador de imagen de gran eficacia en el propio cuerpo, con las evidentes ventajas que ello reporta. Además, la reproducción de color es buena y los diez megapíxeles de resolución garantizan que todos sus futuros poseedores podrán realizar grandes ampliaciones, incluso de un metro o más, sin ningún tipo de problema. Tampoco debemos olvidar su gran rango dinámico real (mayor de lo normal), y su atractivo precio, que no llega a 850 euros si se adquiere sin objetivo. A todo esto debemos sumar que Sony también se ha preocupado de brindar una ranozable gama de lentes y accesorios para la cámara ya desde el primer momento, lo que garantiza que no nos quedaremos colgados cuando queramos ampliar nuestro equipo. En suma, una réflex que, si bien no está nada mal y es una opción muy a tener en cuenta como primera cámara, tampoco satisface todas las expectativas que nosotros habíamos puesto en ella, que nos tememos eran demasiado altas. Si no se comportara tan mal trabajando a altas sensibilidades la presencia del estabilizador de imagen integrado haría que le diéramos un ocho, pero teniendo en cuenta este aspecto pierde puntos y tan sólo llega, según nuestra opinión, al siete.

No nos gustaría tampoco finalizar la prueba sin comentar que varias de las lentes que Sony ha puesto a disposición de los poseedores de esta máquina no están realmente orientadas al mercado amateur al que va dirigido la Alpha 100 (objetivos Carl Zeiss, teleobjetivos de muy alta gama), lo que lleva a la concluir que la compañía está desarrollando otros modelos de aspiraciones totalmente profesionales. Veremos qué pasa en ese momento.