Una vez abierta la tapa podemos observar con toda facilidad el slot que aloja la tarjeta de memoria. En esta ocasión Sony no se ha atrevido a obligar al comprador de la cámara a emplear sus tarjetas propietarias, de forma que la Alpha 100 utiliza memorias Compact Flash, prácticamente el estandar a día de hoy. Además, no existe soporte para otro tipo de memorias, algo no muy extraño, teniendo en cuenta que la cámara no es profesional ni pretende serlo. Como siempre, la operación de inserción y reposición de la tarjeta es extremadamente sencilla.

Una vista más frontal nos permite ver que junto al slot de memoria se localiza, en la parte superior del compartimento, el conector USB 2.0 de alta velocidad de la cámara, que también es la toma de vídeo de la misma (compatible NTSC o PAL). Particularmente, encuentro práctica la idea de unificar ambos tipos de salida.

Decíamos hace un momento que la cámara, en esta ocasión, sólo acepta tarjetas de memoria Compact Flash, por ello, y en atención a los usuarios que ya tuvieran cámaras Sony con las conocidas Memory Stick Duo, el fabricante ha incluído un adaptador que permite utilizar nuestras viejas tarjetas con la nueva criatura. Es un detalle por su parte y aunque nosotros hemos constatado que el adaptador funciona perfectamente no hemos hecho pruebas de velocidad.

Si echamos un vistazo a la base de la cámara podemos ver la tapa del compartimento que aloja las baterías y también la zona destinada a montar la zapata del trípode. En esta ocasión, se ha optado muy acertadamente por una textura estriada y rugosa, que favorece el agarre y disimula perfectamente los pequeños arañazos que suelen surgir en esta zona.

Si abrimos el compartimento podemos ver que se ha utilizado el eficacísimo sistema de sujetar las baterías con una pequeña cuña plástica que debe ser empujada hacia adentro para retirar el alimentador, momento en el cual la batería salta de su posición y puede ser fácilmente retirada. Además de esto, la tapa cuenta con un pestillo, muy similar a los que llevan casi todas las cámaras de la competencia. El detalle de la elevación de la batería a la hora de retirar la cuña puede parecer estúpido pero no lo es, ya que en otro caso la operación de sustitución del acumulador puede convertirse en un engorro.


En cuanto a la batería, tan sólo decir que es de ión litio, 7,2 voltios y 1600 miliamperios, del tipo que Sony ha denominado NP-FM55H. Hay que destacar la excelente autonomía de la cámara, ya que estuvimos realizando fotos intensivamente durante dos días con ella y la batería no mostró síntomas de fatiga, es algo que en cierta medida podría compensar un poco la ausencia de empuñadura.

Junto con la cámara también se sirve el cargador, que permite cargar una sola batería cada vez. Posee un indicador de carga y presenta buena calidad. Los tiempos de carga, además, no se demoran demasiado.

Resumiendo, la Alpha 100 es una cámara con un cuerpo bonito, bien acabado y ergonómico, aunque en la mano no dé una gran sensación de robustez (como comentábamos antes, esto no significa que sea frágil). Su pantalla es de excelente calidad, aunque consultarla a pleno sol resulta realmente complejo, y el visor, por su parte, es tan pobre como el de la mayoría de réflex digitales con sensor APS-C. La máquina presenta un ligero retardo al encenderse, aproximadamente de un segundo, aunque no es muy molesto. En cuanto al resto de caracterísitcas generales, decir que la Alpha 100 exhibe una facilidad de uso envidiable y que no se echa de menos la presencia de un LCD superior en la máquina (excepto en ambientes muy luminosos), ya que la pantalla principal suple su función sin problemas.