Hacia tiempo que no había estado en tierras lejanas. Y más todavía, que no había pasado por aquí.

Bakú, la capital de Azerbaiján, se ubica en la costa del mar Caspio. En la vertiente este de las montañas del cáucaso. Bakú, en Azerí significa viento.

La mayoría del año, sopla una brisa muy fuerte, que baja de Rusia dejando una sensación térmica muy fría en invierno.

En verano, el gélido ambiente se cambia por un aire muy cálido y tropical.

Es imposible, no hacer alusión al oro negro que fluye en la venas de la actividad económica de Bakú.

El pipeline BTC, Baku-Tbilisi-Ceyhan, que envía el petróleo del Caspio hacia el Mediterráneo. Marca, sin duda, el fin de muchos años de ocupación soviética y la apertura de la región hacia occidente.

He podido realizar este reportaje, durante 4 tardes de febrero de 2008, después de escaparme alegremente de la oficina.

Hacia frió, y el sol vivo, brillante no me dejaba más elección que salir después de las 17:00. Como siempre, cuando me encuentro en un lugar extraño, no preparo nada con respeto a los itinerarios. Mis paseos son improvisados.

Siguiendo mis instintos de aventurero y fiando de la casualidad. Me pongo a caminar orientándome con el sol, una colina, un canal, una avenida o un monumento. A partir de este momento, un fuerte viento de libertad hacen volar mis sentidos, abrir los ojos y capturar imágenes a través de mis emociones y mi 17-40mm.

Es cierto, Bakú tiene su lote de edificios y monumentos históricos dignos de muchas postales.

Es cierto, Bakú tiene su lote de miseria humana, abriendo la puerta al “voyeurismo social” para llenar con clichés nuestra auto-crítica. Sin embargo, a través de mi reportaje he querido recordar los restos de la Ex Unión Soviética y mostrar las migas del Comunismo…

Aún con todo eso, Bakú está renaciendo de forma caótica, sorprendente y muy inspirada por el Islam.

Ivan Guerbartchouk , Marzo 2008

Podéis ver la galería completa en su página web.