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En Nikon entraron por la puerta de atrás en el mercado de las CSC y con modelos para uso point ‘n’ shoot; sin controles manuales y con un sensor de tamaño 1″, más o menos la mitad en superficie que un micro cuatro tercios. Y sacaron algún engendro como la V2 con una estética más que particular y un precio por encima de rivales más capaces y de tamaño similar. Con la v3 se pusieron más serios dotándola de diales para un control manual total y manteniendo la marca de la casa, un sensor pequeño que no puede competir en ruido y rango dinámico con otras cámaras, pero endiabladamente rápido.

Esta semana presentan el último modelo de la gama J, en teoría con prestaciones medias y con nombre J5. El autofoco híbrido del nuevo modelo llega ahora a 105 puntos de detección de fase y 171 de detección de contraste, y hasta 20 fps en enfoque continuo. No tiene visor incorporado pero se le puede poner uno externo.

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Lo primero que destaca es su aspecto clásico o retro con el dial de modos PASM y una rueda para el uso manual. Se presenta con un sensor CMOS de 20.8 mpix sin filtro antialias y con un rango ISO de 100 a 12800. No dispone de de visor ni de zapata de flash pero sí integra uno pequeño con número guía 5m y velocidad de sincro 1/60. La pantalla es de 3″, 1 millón de puntos y táctil. En cuanto a las características de video, la J5 puede grabar 4k/15p, 1080/60p y 720/120p, así como otros modos de baja resolución y alta velocidad. Un tamaño muy contenido, conectividad wifi/NFC y pantalla abatible 180º para selfies son ya casi obligatorios para tratar de competir en un sector cada vez más complicado, con modelos con sensores más grandes al mismo precio.

Estará disponible con un precio de 500$/€ para el kit con el 10-30 f:3.5-5.6 o 750$/€ añadiendo un teleobjetivo 30-100. El factor de recorte para las equivalencias es el de toda la gama, 2,7x.